MN Margarita García Campos NC
Los trastornos alimentarios en hombres han aumentado en forma muy importante en los últimos tiempos; representan alrededor del diez por ciento de los casos en mujeres. Inicialmente fueron descritos en adolescentes con un nivel socioeconómico alto. En años recientes se han reportado cada vez más casos en hombres de diferentes edades (incluyendo niños) de cualquier condición social, racial, económica o cultural.
De ahí la importancia de abordarlos ya que impactan la calidad de vida de aquellos que los padecen y de sus familias.
En México, en las últimas dos décadas, se ha registrado un incremento de cinco a 15 por ciento, en casos tanto de anorexia como bulimia nerviosa. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud 2012 (ENSANUT), el 1.3 por ciento de los adolescentes de diez a 19 años incluidos en la muestra presentaban algún trastorno alimentario; 0.8 por ciento correspondieron a adolescentes del género masculino. Esta situación es similar en otros países, como el Reino Unido, donde también han aumentado los casos de hospitalización de hombres, a tal punto que se ha acuñado el término manorexia.
Entre hombres y mujeres hay diferencias asociadas con la imagen corporal; algunos estudias dicen que los hombres experimentan mayor insatisfacción corporal si no alcanzan una musculatura y corpulencia que les proporcione el reconocimiento y admiración de otros varones.
Ésta podría ser una razón por la que los varones desempeñan, en promedio, mayor actividad física. Entre los menores también se han descrito diferencias por género; en los niños varones, por ejemplo, los trastornos de alimentación se asocian más a problemas emocionales, como el manejo inadecuado de estados de ánimo y la falta de reconocimiento a nivel familiar.
Los trastornos alimentarios son el resultado de múltiples causas, entre las que se encuentran factores genéticos, psicológicos, fisiológicos y ambientales, donde las influencias familiares así como las costumbres socioculturales juegan un papel determinante. El Manual diagnósticos y estadísticos de clasificación de trastornos mentales DSM-5 señala anorexia nerviosa, trastornos de la evitación/restricción de ingestión de alimentos, bulimia nerviosa, trastorno de atracones, trastorno de rumiación y pica, como los principales.
1. Anorexia nerviosa
Los criterios para su diagnóstico incluyen: Restricción del consumo con relación al requerimiento, que conducen a un peso bajo respecto a la edad, el sexo y el estado fisiológico; Miedo intenso a ganar peso, incluso en aquellos con bajo peso y: Alteración en la forma en que se percibe el propio peso o constitución corporal.
Se estima actualmente que el 15 por ciento de los casos de anorexia nerviosa reportados se presentan en hombres. Hay dos subtipos:
- Restrictiva: presente en los últimos 3 meses sin atracones o medidas compensatorias: inducción del vómito, laxantes o diuréticos. La pérdida de peso es especialmente atribuible a dieta, ejercicio y ayuno, entre otras.
- Atracones-purgas: con episodios recurrentes durante los últimos tres meses.
2. Bulimia nerviosa
Los parámetros a considerar la bulimia nerviosa son: episodios recurrentes de atracones una vez por semana, por tres meses; comportamientos compensatorios inapropiados: uso de laxantes, diuréticos, inducción del vómito, ejercicio, ayuno; y finalmente, autoevaluación de acuerdo con la propia composición corporal. Según una revisión sistemática realizada en 2017, donde se consideraron 17 países, incluido México, la prevalencia de este padecimiento en Latinoamérica es 1.16 por ciento.
3. Trastorno de atracones
Se considera atracón a la ingestión desmedida de una gran cantidad de alimento en un periodo aproximado de dos horas; acompañado de la sensación de falta de control sobre lo que se ingiere o la cantidad que se consume.
El trastorno por atracón se presenta al menos una vez por semana, durante tres meses y se caracteriza por episodios de consumo con rapidez, hasta sentirse desagradablemente lleno; consumo excesivo sin hambre; y después sensación de culpa.
Para establecer un diagnóstico certero se deben realizar se deben realizar una serie de pruebas psiquiátricas, con especialistas que determinen con precisión el tipo de trastorno en cada caso; es importante tener en cuenta que algunos de los pacientes son susceptibles de padecer varios trastornos a lo largo de su vida. Antes de establecer cualquier diagnóstico, sin embargo, es importante descartar otras patologías: gastrointestinales, endocrinas, neurológicas, oncológicas, de las cuales con frecuencia se acompañan de síntomas como pérdida del apetito.
Algunos estudios determinan que los hombres tienen más probabilidad que las mujeres de sufrir trastornos de atracones. Una revisión sistemática realizada por diferentes publicaciones latinoamericanas mostró una prevalencia de 3.53 por ciento para este desorden en adultos de ambos géneros.
En cuanto al tratamiento no existe consenso al respecto, de ahí que la educación y la evidencia derivada de la propia experiencia jueguen papeles determinantes. El trabajo debe ser multidisciplinario y por lo general las intervenciones son de mediano a largo plazo lo cual incrementa el costo monetario de la atención.
En la actualidad hay diferentes instituciones, tanto públicas como privadas, que cuentan con programas adecuados para el cuidado de dichos pacientes. Los objetivos son restablecer el estado de salud de la persona, en particular el de nutrición, el de instaurar hábitos correctos de alimentación, el detener medidas compensatorias y, finalmente, terminar con mitos y miedos.
La terapia psicológica (de grupo o individual) así como el uso de fármacos como antidepresivos, son algunas de las medidas medulares en el manejo de estos pacientes.
Con respecto de la orientación alimentaria, ésta debe de ser individualizada, con la reintroducción de los diferentes grupos de alimentos y el aporte de energía, hasta lograr el aporte ideal que permita el restablecimiento completo.
Debido al difícil manejo y control de los trastornos alimentarios, resulta prioritario establecer programas de prevención, no sólo cuando exista evidencia de enfermedad, sino como orientación encaminada al trabajo, tanto con niños y jóvenes, como los padres, educadores y personal de salud involucrado. Así como mediante campañas en población abierta.
Entre las estrategias que pueden contribuir a una correcta conducta alimentaria destacan: no preocuparse demasiado por la imagen corporal, establecer un ambiente agradable durante las comidas, promover autoestima, confianza y seguridad desde edades tempranas, instaurar hábitos alimentarios correctos, recordar que los hábitos se adquieren en especial en el ambiente familiar, y realizar actividad física constante.
Concluimos recalcando la importancia de vigilar señales de alerta y síntomas relacionados con trastornos alimentarios en niños, jóvenes y hombres, para su atención oportuna. Y también eliminar el estigma cultural que asocia a los trastornos alimentarios como “enfermedades de mujeres”, para promover la propia aceptación de los hombres que los padecen.
BIBIOGRAFÍA
American Psychiatric Association (APA). Manual diagnostic y estadístico de los trastornos mentales. 2014, 5ª ed. Editorial Panamericana: Madrid.
Olaiz-Fernández G, Rivera Dommarco J, Shamah-Levy T, Rojas R, Villalpando-Hernández S, Hernández-Ávila M, Sepúlveda-Amor J. Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012. Cuernavaca, México: Instituto Nacional de Salud Pública.
Kolar DR, Rodríguez DL, Chams MM, Hoek HW. Epidemiology of eating disorders in Latin America: a systematic review and meta.analysis. Curr Opin Psychaiatry. 2016; 29(6): 263-71.
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Vázquez, AR, López, AX, Ocampo, TT, Mancilla, DJ, Oliva RA. Insatisfacción corporal e influencia de los modelos estéticos en niños y jóvenes varones mexicanos. Enseñanza e Investigación en Psicología. 2006; 11 (1): 185-97.
PARA SABER MÁS…
www.fns.org.mx (Cuadernos de Nutrición-Fometno de Nutrición y Salud)
www.eatright.org (American Dietetic Association)
www.mayoclinic.com (Healthy Lifestyle)
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