Una crítica a la inclusión de la materia “Vida saludable” en el ciclo escolar 2020-2021 (SEP)
Por: Lic. en Nut. Priscila Guzmán Rodríguez
Cuando el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, dio a conocer este 16 de junio que para el
próximo ciclo escolar (2020-2021) se implementaría a nivel básico una nueva materia relacionada a temas
de higiene y alimentación saludable, lo primero que vino a mi mente fue que habría mayor campo laboral
para los nutriólogos, ¡qué quimérico!
La noticia para todos los del gremio de la nutrición resultó tan atrayente porque suponía el ser tomados en cuenta en materia de prevención en lo relacionado a temas de nutrición e importancia de la actividad física, sin embargo, aunque pueden ser muchas las razones, tomé nota de la opinión de otros expertos en el área[1], haciendo mención en el presente artículo de tres razones del porqué esto no será factible: poca inserción de nutriólogos en materia de salud pública, deficiente número de profesionales de la nutrición en el país y el enfoque de la propuesta es en materia de Salud pública no en un ámbito particular; expondré cada una a continuación.
En primer lugar, debo decir que los nutriólogos hemos olvidado el papel tan importante que representa las estrategias enfocadas a promoción de la salud, muestra de ello es que son muy pocos los que dirigen su atención a esta zona. Actualmente el área de concentración más importante es la clínica pues figura como la estrategia nutricional que está directamente relacionada en el contacto directo con el paciente, y de la que básicamente depende la vida de muchos en situaciones críticas. Cuando un paciente llega a terapia intensiva, por ejemplo, la primera pregunta (aunque debería figurar como tamizaje de ingreso) no es precisamente el por qué el paciente llega con estado nutricional deficiente, lo primero es esperar indicaciones de su estado crítico para determinar el tipo de soporte nutricional que se va a iniciar. Lo anterior no es desatinado, pero tenemos poca inserción en estas vías porque hay una mala planeación en materia de programas públicos enfocados a alimentación y definitivamente porque hay una deficiente unión entre el gremio; muestra de ello es que los principales integrantes del Comité Organizador, que inspeccionaron la nueva reforma al etiquetado de alimentos, no eran precisamente nutriólogos, la mayoría eran médicos miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Panamericana para la Salud (OPS), La Academia Mexicana de Medicina y del Instituto Nacional de Ciencias Médicas Salvador Zubirán (NCMNSZ)[2], repito no es inadecuado, finalmente los resultados son buenos, pero esta es la primer evidencia del por qué no serán los nutriólogos quienes guiaran esta materia.
La segunda evidencia es porque no existe el número de nutriólogos suficientes, ni siquiera uno por escuela para asesorar en materia de nutrición y alimentación; aunque para evidenciarlo hay pocos estudios basta indagar en las encuestas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), las del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y de manera más precisa las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), que tan solo en el segundo trimestre del 2012, en México se contaba con 2 a 2.4[3] nutriólogos por cada 1000 habitantes; si a lo anterior le sumamos que no todos poseemos las competencias pedagógicas y didácticas para incursionar como docentes, la cifra es muchísimo menor, lo que refleja la necesidad apremiante de esta área de concentración.
Por último, cuando se habló de la inclusión de esta materia y de la necesidad de generar políticas públicas enfocadas a prevención mediante la educación nutricional nunca se ha hizo ni se ha hecho referencia a los nutriólogos como pioneros, muestra de ello es que, aunque el Subsecretario de Salud Hugo López-Gatell reconoce la importancia de erradicar el consumo de alimentos con baja densidad energética y promover una buena nutrición, centra las funciones en la Salud Pública de los mexicanos (en plural) no en particular, es decir, no es la atención a una persona sino a múltiples personas con una estrategia que es la prevención de enfermedades, en tanto, la visión no será contratar más personal, si no tomar decisiones de alto impacto que abarquen a toda la población.
Por demás está decir que esta “nueva materia” no es realmente nueva, sino que las materias que se proponen ya estaban consideradas intrínsicamente en los temas transversales del Plan de Estudios 2011 y los Programas de Estudio de Primaria de la SEP[4] y que, por tanto, no han sido eficientes porque no contempla la educación a padres de familia que son los verdaderos encargados de la alimentación de los niños, ya no suena tan atrayente.
Esto no debe desanimarnos, todo lo contrario, la solución es poder trabajar más en aras de romper paradigmas con evidencia científica que no solo demuestren que los hábitos de alimentación inadecuados por los que ha atravesado la población mexicana en los últimos 30 o 40 años han incrementado las enfermedades crónicas no transmisibles y que consideremos como área de concentración la Salud Pública enfocada al sistema alimentario y al propio crecimiento económico del país.
[1] Pedraza, Alan (2020, 25 de junio). [Actualización de estado de Facebook]. Recuperado de: https://www.facebook.com/alantenutre/videos/273184010558814
[2] Martha Kaufer-Horwitz, “Sistema de etiquetado frontal de alimentos y bebidas para México: una estrategia para la toma de decisiones saludables”, p. 482
[3] Boletín de Prensa de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. 26 06 20. < https://www.uaem.mx/comunicacion-y-medios/comunicacion-universitaria/boletines/existen-solo-24-nutriologos-por-cada-mil-habitantes>
[4] Programas de estudio 2011. Guía para el Maestro. Educación Básica. Primaria. Dirección General de Desarrollo Curricular (DGDC) y Dirección General de Formación Continua de Maestros en Servicio (DGFCMS). 26 06 20. < http://formacion.sigeyucatan.gob.mx/formacion/materiales/5/d1/p2/1%20PRIM_1ro2011.pdf>
Comments